Análisis de Cars 3

Nueve años después de la primera película que nos introduce a un mundo donde los autos piensan, tienen sentimientos y tienen sueños, conocemos al Rayo McQueen, un nuevo auto de carreras que se vuelve cada vez el preferido de ganar la gran copa Pistón.

El protagonista, busca desesperadamente el ganar una competencia, ya sea por querer demostrar al mundo (en la primera) que es el mejor nuevo corredor y merecedor del patrocinio de la marca Dinoco o  como en la última película, demostrar que él no está viejo y no es necesario retirarse.

Emprende un largo viaje para encontrarse,  regresar al pasado de su antiguo maestro, donde conoce a una joven  llamada Cruz que tiene un deseo parecido al de él.

Conocerse a sí mismo es lo que logra en el viaje, saber que ahora, a pesar de que todos lo llaman viejo, es capaz y tiene el conocimiento de ayudar a alguien así como lo hizo su antiguo mentor Hudson Hornet.

Lo nuevo no reemplaza a lo viejo, lo viejo no es obsoleto, a veces, para encontrarnos, tenemos que regresar a nuestras raíces, saber quién son nuestros maestros y así, podríamos salir de aquello que no parece claro.


Ahora estamos en un momento social donde todo es rápido, donde si no es veloz, si no es nuevo, ya no sirve y se tiene que desechar, sin embargo, podemos ver que en la película, se retrata que lo viejo contiene las experiencias que los nuevos muy dudosamente tienen, no es necesario tirar lo viejo por algo más veloz.

Las nuevas generaciones podemos aprender de las viejas, así como nosotros, que eramos más o menos adolescentes (o algunos quizá niños) también hacer valer aquello que hemos aprendido, nada es desechable, todo sirve y las personas que son grandes tienen formas de guiarnos.


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